Fuerza, pasión, se combinan con paz y disfrute, combustionan,
se elevan por encima de lo terrenal en forma de espíritu, en forma de humo.
Elección de hojas para la capa
La tradición ceremonial de elección de hojas para la capa de un puro debe ser cuidadosa; que hablen por sí mismas a través de su suavidad y color.
Deben provenir de diferentes partes de la planta: de la parte alta se toma el ligero, que aporta sabor; del centro el seco, que da aroma; y de la parte inferior el volado, que favorece la combustión. Entre menos sábanas, más ligero y suave será el puro.
El capote
Es la hoja especial que envuelve a las hojas que forman el tripado; defíne el puro y da un toque final a su calidad, perceptible al momento de fumarlo.
El tripado
El torcido y la magia se hacen desde
dentro, para que el puro sea natural,
brilloso y armonioso.
Cuidando cada detalle que aporte el
sabor, aroma y sensación necesaria en cada fumada.
Se pueden usar hasta tres hojas para crear la perfección del puro.
El puro y su textura
Debe sentirse sin topes o baches, uniforme; con una textura no demasiado aceitosa.
Debe oler por sí mismo, perfumar con su aroma a especias y tabaco.
El almacenamiento debe ser de un tiempo mínimo de entre seis y ocho meses para añejar.
Ceremonia
El corte ideal, en conjunto con el encendido perfecto, ayudará a la buena combustión del tabaco, permitiendo que la experiencia de los sabores se deje sentir en cada tercio.
Complementos ceremoniales
Para una mejor experiencia y preservación de los puros se recomienda el uso de cortador de doble navaja, encendedor de gas butano, así como el traslado en portapuros, y almacenamiento dentro de un humidor.